viernes, agosto 23

Se está o no se está


Hamlet la tenés adentro

Si todo lo sólido se desvanece en el aire, que le queda a las palabras, que se las lleva siempre el viento. Scioli lo sabe. Por eso habla. Lo mínimo necesario y cuando no queda otra, pero lo hace porque la coherencia no es lo que está en discusión, sino la necesidad de que diga lo que esperan que diga y no otra cosa. Aunque también hubiera hecho todo lo contrario a lo que dijo. Porque lo que importa no es eso, sino que diga lo que tenía que decir cuando lo tenía que decir y Scioli siempre cumplió. Como si nunca hubiera dudado

La coherencia es otra cosa. No hace falta decirla, en todo caso.
Por eso el “Se está o no se está” del gobernador sin sistema nervioso. Por eso el “Siempre fui”, aunque Conti y toda la Cámpora durante meses le dijeron a él y a todos que no era o que no podía ser, sin embargo él dijo “Sí soy” y al mejor estilo Brandoni también dijo: ¡Tengo la panza llena del proyecto nacional! y después todos estallaron de…no de risa no, de alegría y además aplaudieron también como focas.
Total, con el tiempo y un ADN se verá, pero mientras tanto dale para adelante.
La verdad también es otra cosa. O mejor digamos que la experiencia dice otra cosa. Por ejemplo que son muy pocos los que siempre estuvieron, para ser sinceros, porque todos los otros van y vienen como pueden y van a seguir haciéndolo como buenos sobrevivientes que son y tal vez hasta salga de entre alguno de ellos el sucesor que todos esperan. ¿Quién sabe?
Lo único seguro entre tanta pirotecnia es que el “Se está o no se está” es menos creíble que un político caído en desgracia. Pero que lo diga igual, pensarán muchos cerebritos.
Total…


El chisporroteo de medio turno

Lo único que importa parece ser lo que está a la vista y es que la maquinaria se volvió a poner en marcha, como sucede siempre cada dos años y los actos, los spots publicitarios, los afiches, las pintadas y sobretodo las encuestas empiezan a tapar las calles como el agua cada vez que llueve.
Hay que decirlo, esta, la de las campañas políticas, es una industria que anda y por la cual podemos inflar el pecho de orgullo argento porque en este rubro no tenemos nada que envidiarles a nuestros primos brasileros. Porque, aunque suene extraño, los políticos de nuestro país son los únicos empresarios que apuestan con visión de futuro y bienvenido que así sea, porque esto no habla mal de ellos, aunque les duela a los Lanatas, sino de todos los otros empresarios. Los de siempre, adictos a los lobbys y sus poroteos para no terminar de ponerla nunca. Hasta que pase el que sigue, el que trabaja en un “puesto menor” y puedan volver a negociar en mejores condiciones.

En estas elecciones se juega algo, parece. Aunque es difícil todavía saber bien que es ese algo. Se juega la retirada o el repliegue del kirchnerismo original en principio. Se juega también quienes van a ser los que queden mejor parados para la recta final del 2015. Pero lo más importante de lo que se empieza a jugar todavía no se sabe o no se quiere poner en juego.
No se sabe por ejemplo cual es el proyecto de país que defienden los distintos frentes opositores, desde el de Altamira, pasando por el de Binner hasta el de Sergito, el candidato estrella del que todos hablan. Pero tampoco se sabe cuales son las ideas del  oficialismo para encarar la década que sigue, más allá de las frases de campaña. Ni siquiera se sabe cómo piensan resolver los que dejó la que se fue.
Mucho menos aún se va a saber quien va a ser el heredero del legado de los Kirchner. Nadie sabe eso aún. Ni siquiera lo saben los que, por las dudas, ya se anotaron para salir en la foto. Ni siquiera ELLA, tal vez. Porque a pesar de todo, lo más probable es que de estas elecciones, más allá de las lecturas y relecturas interesadas que se hagan, desde uno u otro lugar, tampoco ellas aporten demasiado o por lo menos nada definitivo. ¿Será Scioli que habla con todos pero siempre estuvo? ¿Será Massa que se va pero si lo llaman vuelve? ¿Será Uribarri que siempre estuvo, pero viene de atrás, muy de atrás?
Todos ellos después de Agosto y de Octubre van a seguir en carera, igual que también van a seguir Binner, Macri y hasta Altamira, pero el problema sigue siendo el otro. El de fondo. El que no va a cambiar con estas elecciones.

El problema es el problema cantaría Ricardo Arjona con envidiable claridad de concepto, pero digamos mejor que el problema es que todavía no sabemos que tan profundo puede ser. Tal vez porque la Mangierización de la política, como dijo Rodriguez “Pepino” Saa, está pisando fuerte, pero tal vez sea por una razón todavía peor.
Tal vez nadie dice nada porque no saben que hacer o porque puede sonar tan mal lo que digan que mejor no decirlo, entonces mejor mandar a Moreno para que les ladre a todos, o del otro lado putear a Cristina por todo. Por lo malo, por lo bueno y por lo mas o menos.
Total…

Ni muy muy ni tan tan

Entre la autoindulgencia oficial que suele mirar sólo para atrás, comparándose con lo peor para salir siempre ganando y la crítica opositora que suele comparar mal y ver todo negro, el debate real sobre el país que viene sigue siendo una asignatura que nadie encara porque la celebrada vuelta de la política parece haberse detenido en la chicana y la defensa de los colores propios, o en un tardío revival de los 90 y la perorata de la corrupción, que existe y es condenable, pero que tampoco puede ser el principal argumento para prometer la inclusión que hace falta.
Sin la reelección de Cristina en el horizonte después de Octubre y más allá del balance de cada uno sobre estos diez años, vale la pena empezar a hacerse las preguntas sobre lo que se viene. Es decir sobre los nombres y los proyectos que después la vida dirá.
Preguntemos entonces para empezar a imaginar:
¿Qué haría Massa si fuera presidente? ¿Qué haría Scioli? ¿Y Binner? ¿Y Macri? ¿Y Uribarry o Urtubey o Capitanich?
A excepción de Macri, todos los otros podrían ser una sorpresa, pero ¿que tan grande puede ser? ¿Cuánto espacio hay en la sociedad para profundizar? Profundizar… ¿alguien se acuerda de esa palabra a esta altura? ¿Profundizar en qué, cómo y con quién por ejemplo. ¿Qué es profundizar? ¿Cuánto hicimos para sembrar en la sociedad la voluntad y decisión de profundizar?

Más allá de la opción de cada uno vote en el cuarto oscuro durante los próximos meses:

¿Cuál va a ser el lugar de la militancia comprometida con el cambio real y profundo que hace falta?
¿Será posible, sin por eso dejar de tomar partido, superar o por lo menos sobrellevar el clima de las chicanas o las roscas cotidianas para proponer y confluir en la agenda que hace falta?

1 comentario:

Javier dijo...

El giro a la derecha del kirchnerismo tiene su camnino asegurado con Scioli mas viejo y con herencias menemistas o Massa que se presenta como la renovacion pero vivio el menemismo mas de cuna