sábado, marzo 12

Un a-dios



(por Daniel Riera, para lavaca)
–¿Usted sigue escribiendo en La Nación?
–Oh, sí.
–¿Y ya redactó su propio artículo necrológico?
–¿Cómo dice?
–El que van a publicar cuando usted se muera.
(Tartabul, 2006)
Duele como la puta que lo parió y tal vez, pienso, tal vez precisamente por eso hay que escribirlo ahora. David Viñas ha muerto. Hoy estuve en el  bar La Paz y pensé en él, parroquiano habitual del bar, con su bigote coloreado por la nicotina. Fue en el bar La Paz donde le pedí que me firmara mi ejemplar de Jauría, la edición original de Granica, que tiene el dibujo de Carlos Alonso en la tapa. Fue en el bar La Paz donde me lo crucé algunas veces en los últimos años para pedirle una nota que me negó siempre, argumentando problemas de salud que saltaban a la vista. David Viñas ha muerto y da miedo pensar en todo lo que muere con él: un escritor cada vez más libre, cada vez más experimental. No es el Viñas de Literatura argentina y realidad política ni el de Indios, ejército y frontera el que más me interesa, y eso que es difícil encontrar una obra crítica de semejante espesor. Pero tengo la impresión de que el Viñas ensayista ha sido un poco usado para ningunear a un narrador con una obra única. Si describiéramos a Lionel Messi como un gran goleador, no faltaríamos a la verdad, pero ocultaríamos una parte, y los lectores que no lo vieron jugar podrían cometer el error de pensar  que Messi es algo así como el Martín Palermo del Barcelona. (sigue)

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