jueves, agosto 11

Lilita se olvidó de las cejas

Lidiar con la candidatura de Lilita es a esta altura como cargar con un peso muerto y su campaña pareciera sumarle algunos kilitos de más.
El viejo caballito de batalla de la enviada de Bergoglio de erigirse en abanderada de la lucha por la transparencia   
hace rato que le viene quedando grande. Su imagen pública ya no es ni de cerca lo que era y desde hace algún tiempo debe de ser de las dirigentes más cuestionadas y con mayor rechazo. Su campaña toma nota de eso e intenta desmentir esa situación mostrándola rodeada de gente, sin embargo es poco creíble y deja aún más en evidencia esta situación. Parecía más interesante la campaña de Estenssoro, al menos por su búsqueda, sin embargo el conservadurismo de Lilita y sus publicistas se instaló también en su campaña y otra vez nos muestra más de lo mismo. Es decir el fantasma de lo que fue, o en clave tanguera: la verguenza de haber sido y el dolor de ya no ser. 
Parece que el domingo se viene otro porrazo para Lilita

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