viernes, enero 28

Los traidores



Por Manuel Justo Gaggero 

Este es el título de una película dirigida por Raymundo Gleyzer, filmada en 1972, durante el período de la Dictadura Militar encabezada por el General Alejandro Agustín Lanusse.
En el film, en el que se combina documental con ficción, con un estilo original para aquella época, se describe la historia de un dirigente sindical, que comienza militando en la resistencia peronista al golpe de 1955, mediante el cuál se depuso al General Juan Domingo Perón, luego este llega a la dirección de su gremio, en 1958 y finalmente pacta con la patronal, mejorando sustancialmente sus ingresos. (Podés bajarla acá)
Barrera, como se llamaba en la ficción el personaje, tiene diálogos con su empleador y conversaciones con sus compañeros que Gleyzer tomó de una entrevista que le había realizado a Lorenzo Miguel.
Conocí a Raymundo en 1973 en una reunión preparatoria del IV Congreso del Frente Antiimperialista y por el Socialismo en el que pensábamos proclamar la fórmula Tosco-Jaime para enfrentar a la oficialista Perón-Perón.
Había convocado a numerosos trabajadores de la cultura entre los que estaban una actriz conocida en aquellos años -Elsa Daniel- y escritores de la talla de Humberto Constantini y Haroldo Conti.
Luego nos seguimos viendo, en diferentes oportunidades.
En los primeros días de mayo de 1976 tuvimos un encuentro en una galería ubicada en la intersección de las calles Caning -hoy Scalabrini Ortiz- y Santa Fe.

Me comentó que tenía la posibilidad de trabajar en cine en los Estados Unidos, donde, además, se sumaría al movimiento solidario y de denuncia de la Dictadura Militar, que tenía una expresión periodística que era el mensuario “Denuncia” que se editaba en Nueva York.
Me pareció una excelente noticia ya que se incrementaba todos los días la represión y Raymundo corría serios riesgos.
La dictadura le ganó de mano, y el 27 de mayo fue secuestrado-desaparecido.
En el film se describe el comportamiento de un sector de la dirigencia sindical que hoy lo vemos en acción.
Cuándo analizamos el papel que cumplen los sindicatos en esta etapa, es preciso realizar algunas precisiones y hacer una referencia a la historia para tratar de comprender el proceso de burocratización creciente en los mismos.
Sin desconocer el rol que en la conformación del movimiento obrero organizado jugaron las corrientes anarquistas y socialistas de principios de siglo XX, y no ignorando el aporte de los comunistas en la década del 30, es evidente que el Movimiento Sindical actual encuentra su origen en el sindicalismo peronista que surge, impulsado por el oficialismo, en 1946.
Este parto, que se entronca con el surgimiento de una nueva clase obrera, conformada por la emigración de los trabajadores rurales a las grandes ciudades y el desarrollo acelerado de una industria sustitutiva de las importaciones dirigida a satisfacer la creciente demanda del mercado interno, le introduce una característica a los sindicatos que los diferencia de los de otros países latinoamericanos; que es la articulación con el Estado.
El funcionamiento corporativo y autoritario y la conformación de una dirigencia burocrática que apela a todo tipo de mecanismos antidemocráticos para evitar ser desplazada, completan el retrato de las organizaciones gremiales.
Por otro lado, este Movimiento Sindical, desde sus inicios, aparece como un apéndice del peronismo, o como la expresión de éste, según se mire.
Los dirigentes a la vez que ejercen su representación social, utilizan esta para disputar la dirección del movimiento político.
El manejo de las Obras Sociales que cubrían y cubren las necesidades de atención médica .turismo, etc. generó y genera un poder económico muy grande que le otorgó y le otorga a los Barrera , como se llamaba el personaje de ficción del film de Gleyzer, un rol decisivo en la lucha social.
La “defensa del sillón”, hizo y hace que la dirigencia apele a todo tipo de procedimientos ilegales para impedir su desplazamiento; llegando incluso a la organización de bandas armadas, que intentan amedrentar a la oposición, incluso mediante el asesinato; como ocurriera en el mes de octubre del 2010 con el militante del Partido Obrero, Mariano Ferreyra.
En la década del 60, a la par que cobraba fuerza le nueva burocracia, luego de la sanción de la ley de Asociaciones Sindicales, que legitima y sostiene el control burocrático y estatal, surgen corrientes opositoras que tienen su expresión a nivel nacional en la denominada C.G.T. de los Argentinos encabezada por Raymundo Ongaro y Agustín Tosco.
El Estado Terrorista -1974 a 1983-, pese al carácter autoritario y facistoide de la cúpula sindical, no podía llevar a cabo su diseño de país con un movimiento obrero tan fuerte, por eso inmediatamente de producido el golpe se intervienen los sindicatos, se encarcelan a muchos de sus directivos e, incluso, ser llega al secuestro y desaparición de algunos dirigentes.
Al asumir el gobierno constitucional, en diciembre de 1983, el flamante presidente radical plantea que la democracia no es sólo el libre ejercicio de las instituciones republicanas, sino también la participación plena y sin limitaciones, de todos los ciudadanos en sus organizaciones sociales.
Acorde con esta idea remite el Congreso Nacional una ley de Reordenamiento Sindical -conocido como “Proyecto Mucci”- en el que se establecía la intervención de las minorías en la dirección de los sindicatos, la plena vigencia del principio de la libertad sindical establecido en las Convención de la Organización Internacional del Trabajo suscripta por la Nación, y la no reelección de los cuerpos directivos, por mas de dos períodos.
El proyecto, cuestionado en bloque por la dirigencia sindical, es rechazado en el Congreso Nacional, por lo que el Ministerio de Trabajo comienza la normalización de la vida sindical en base a una reglamentación de la época de la Dictadura que favorecía la sobrevivencia de una dirigencia irrepresentativa, ya que esta contaba con todas las artimañas legales y el aparato político -económico necesario para evitar su desplazamiento-.
Hoy, en este “cuarto peronismo” también el oficialismo, que había asegurado que le otorgaría personería a la Central de los Trabajadores Argentinos, ha optado por pactar con una dirigencia, anquilosada y corrupta que desde hace mas de treinta años maneja los principales sindicatos.
Recientes fallos de la Corte Suprema de Justicia de la Nación han abierto una puerta para la cada vez más urgente modificación de la ley de Asociaciones Sindicales que garantice la renovación y la participación plena de los trabajadores.
Es esta una asignatura pendiente del Congreso Nacional.

Fuente: ARGENPRESS.info

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