La luna, el conocido satélite de nuestro planeta, asomaría hoy a eso de las 20 horas y quedaría oculto tras el cono de sombra que proyectará un cuerpo eclipsante: una cabeza descomunal, cubierta de sospechas. Esperemos que el eclipse (del griego Έκλειψις (Ekleipsis), que quiere decir ‘desaparición’, ‘abandono’) resulte un fenómeno insignificante y no altere la ya cuestionable coherencia orbital del electorado del país.
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