Fuego

Leemos, en una de las tantas crónicas publicadas hoy en los diarios sobre las muertes de ayer en el motín en una comisaría de La Matanza: “Entre cuatro y cinco detenidos muertos; hasta 13 detenidos internados con principio de asfixia o quemaduras, algunos de ellos en grave estado; seis policías internados, también con quemaduras o asfixia, dos de ellos en grave estado…” Página 12.
Después nos enteramos que, según reconoció la propia Policía Bonaerense “la comisaría tiene capacidad para diez detenidos, pero había 18”.
De nada sirvieron las innumerables denuncias que en todos estos años realizaron organismos de Derechos Humanos, organizaciones sociales e, incluso, un fallo de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, de 2005 (sí, ya pasaron casi 5 años), alertando sobre las inhumanas condiciones de detención que sufren los detenidos en las comisarías de la provincia de Buenos Aires y, por ello mismo, instando a trasladar a los presos a cárceles con mejores condiciones de detención (SIC).
Y está claro que dichas denuncias no sirvieron de nada porque al frente de la provincia de Buenos Aires hay un personaje como Daniel Scioli, quien, hábil como es, supo acomodarse por un tiempo a la política del Gobierno nacional en materia de Derechos Humanos (política que, desde ya, tampoco es intachable), pero que, cuando las papas empezaron a quemar, no dudó un instante en dar un brusco giro de 180 grados en su “política de seguridad” para virar, definitivamente, a la derecha.
De esta manera, en los últimos tiempos, tal como denunciáramos en Comunas en Red en reiteradas notas, Scioli avanzó con una serie de medidas que socavan los derechos humanos, con el único objetivo de satisfacer las ansias represoras de una clase media cada vez más discriminadora y fascista que ve en cada pobre un delincuente.
Así, propuso volver a poner en vigencia los nefastos Códigos Contravencionales, bajar la imputabilidad de los menores y otra serie de medidas cuyo único fin es darle mayor poder a la corporación policial.
Esa misma corporación que, a decir del patriota de unidad nacional Eduardo Duhalde es la “mejor policía del mundo” y que actuó de manera tan eficaz en la investigación del caso Pomar, por citar sólo el ejemplo más reciente.
Los muertos de ayer en el motín, los miles de encarcelados en condiciones humillantes y degradantes en las comisarías de la provincia de Buenos Aires, los miles de pobres que sufren a diario el maltrato, la persecución y la violencia policial, las víctimas de actos delictivos que no serían posibles sin la complicidad policial y un largísimo etcétera son quienes pagan las consecuencias de la política de seguridad irresponsable y suicida implementada por el ex motonauta, desesperado al ver cómo su sueño de colgarse la banda presidencial en 2011, al igual que los colchones de la comisaría de La Matanza, es consumido por el fuego.