martes, noviembre 30

La duda de Máximo


Por Matías Coco para Comunas en Red:

Máximo era un hombre reflexivo, altamente reflexivo, al punto de poder reflexionar con la misma neurona en sentidos contrarios y al mismo tiempo
Se jactaba constantemente de poder ir para atrás y para adelante con todos sus pensamientos, de desarmar la lógica formal y transformarla en formalidad lógica. De construir silogismos desde cualquier tautología. De surfear premisas, de cocinar ensaladas negando negaciones, de coser trajes hechos de los condicionales más refinados.
Sin embargo Máximo que era el tipo más reflexivo, también era el más predecible. Todas sus conclusiones eran poco inteligentes, obvias. Tan obvias que a veces no merecían ni ser mencionadas. Máximo estaba atrapado en sí mismo, en un laberinto de reflexiones hechas y rehechas siempre en el mismo sentido, el de la obviedad. Estaba parado sobre un mar de axiomas básicos a los cuales no iba a renunciar. Su regla principal era no emitir conclusión alguna hasta estar completamente seguro de la lógica de sus palabras.
Máximo no concluía más que obviedades, porque Máximo, nunca estaba definitivamente, en el estricto sentido de la palabra definitivamente, seguro. En el fondo, no paraba de dudar.
Su madre, muy intuitiva por cierto, se lo había dicho un par de años antes de dejarlo completamente huérfano. Sin embrago él no le había hecho demasiado caso.
La duda en su compleja totalidad, estaba arraigada en su ser, se nutría de su obsesiva reflexivilidad, de sus innumerables pruebas de certezas, de su necesidad de estar irrefutablemente en lo cierto. Su principal escudo contra las falacias,  era también el abono en el que germinaba su mas grande debilidad.
La duda es un organismo que se alimenta de las flaquezas del ser en el que habita, haciendo imposible el avance en ningún sentido. Se aprovecha de la misma inmovilidad que genera para extenderse por todo su huésped, y convertirlo en un ente estático y frío, transformándolo en el ecosistema ideal para seguir expandiéndose.
 A Máximo esta afección había comenzado a crecerle pasada la adolescencia. La vio brotar en sus tobillos en forma de manchitas marrones y verdes. Manchitas que con el tiempo se fueron transformando en pequeños tallos y zarcillos, de los que salían hojas diminutas que comenzaron por cubrirle el pié.
Embuido en otras cuestiones lógicamente más importantes, nunca le prestó atención sino hasta que la duda había echado raíz en su carne y estaba creciendo vigorosa, cubriendo por completo su pie derecho y buena parte del izquierdo. En ese momento empezó a reflexionar sobre lo que le estaba pasando, pero no encontraba más que conclusiones obvias, completamente lógicas en su forma, pero raquíticas de contenido. Ninguna podía explicar con certeza que era lo que sucedía, entonces las desechaba y prefería ignorar
El contenido, en muchas oportunidades, suele atentar contra la forma, esto además de ser un problema en la logicisidad de Máximo, generaba en él, un temor sepulcral con el que la duda se alimentaba y crecía a gusto. Así se había consumado en su ser el círculo metabólico de la inmovilidad humana
Cuando la forma gana, aunque todo está seguro, el contenido se anquilosa y se vuelve mustio, resigna su condición fundamental y se inmoviliza hasta atrofiarse. Pero la mayoría de las veces, el contenido tiende a desbordar, a salirse de cauce, a buscar caminos alternativos a desmadrarse a des-formase. A veces la forma lo deja ser, o simplemente no puede evitarlo, y se reencuentran en algo nuevo donde contenido y forma ya no son lo que eran, sino otra cosa; sin certezas, solos en el reino de las posibilidades.
De joven, Máximo había probado estas experiencias, había mantenido alguna relación con el devenir de ese mundo. Por un tiempo vivió rodeado de ansias, deseos, impulsos, de subjetividades y anhelos, de imposibilidades e incertidumbres.
Pero eso no era para él, siempre prefirió la irrefutabilidad. Al punto de que hoy ya ni siquiera se mueve. Es casi con exactitud lo que fue hace mucho tiempo y lo que será por quien sabe cuánto. Formalmente obvio, lógicamente perfecto.

2 comentarios:

ana dijo...

es raro no???

Anónimo dijo...

Alta nota Coquito, de historiador a poeta filosofico, Aca el que no corre vuela y el que vuela se coje a Superman, los que no dudan le entran en el aire (segun dicen) y los que dudan piensan como entrarle, yo prefiero a los ultimos que manejen un poco de analisis critico y no subestiman. Tantas veces se equivocan los que no la tienen, que yo me quedo con dudas. Abrazo grande hermano. Nelson