La comunidad Navogoh (La Primavera) protestaba desde julio pasado con una medida persistente aunque flexible. Las autoridades de la provincia argentina reaccionaron con indiferencia, hasta que una partida policial reflotó los métodos de la Conquista del Chaco.
Por Adrián Moyano *
Mientras el asesinato del diaguita Javier Chocobar todavía permanece impune, el modelo extractivo que exprime a la Argentina se cobró dos nuevas víctimas indígenas. Roberto López y Sixto Gómez, integrantes de la comunidad qom (toba) “La Primavera”, dejaron de existir cuando la Policía de Formosa desalojó por la fuerza un corte de ruta que llevaba cuatro meses. Como consecuencia de la resistencia que pudieron oponer fugazmente los qom, también perdió la vida un uniformado formoseño.
Félix Díaz, referente de Navogoh, mantuvo un diálogo con Radio El Arka (Bariloche, Puelmapu) mientras todavía se ocultaba de “la cacería” que montaron las fuerzas de seguridad para proceder a su captura. La provincia de Formosa linda con Paraguay y tiene como gobernador desde 1995 a Gildo Insfrán, alineado con el gobierno de Cristina Fernández. En su jurisdicción, la violación a los derechos humanos más elementales alcanza en los qom, mocoví y wichi dimensiones insultantes.
Con dolor y a menos de 24 horas de los sucesos, Díaz puso a la represión en su contexto, es decir, un conflicto muy intrincado que siempre soslayó el punto de vista qom. “El pedido nuestro es la devolución de nuestras tierras, que fueron expropiada en 2007 por el gobierno de la provincia. A una familia criolla de la zona le habían cedido 2.042 hectáreas por medio de un decreto del año 40. Entonces, estamos exigiendo la devolución de nuestras tierras pero automáticamente, esta familia beneficiaria del terreno indígena le donó al Estado nacional unas 600 hectáreas. Se las cedieron a la Universidad de Formosa, que como sabe que es un tema delicado, las cedió nuevamente a la provincia y ésta instala un instituto provincial agropecuario. Ahí es donde empezó el conflicto, porque hemos pedido a la Justicia que detenga la obra, pero no hay caso... Hemos hecho recurso de amparo, medida cautelar, pero no hay caso… La única forma de parar esto es a través del corte y eso empezó el 25 de julio de este año. Hasta ayer estuvimos”.
La medida se interrumpió de manera trágica. “Tristemente, ayer (por el martes) ha sido un día muy doloroso, ahí fue donde vino el desalojo violento. Ya veníamos soportando mucha violencia de parte de los punteros políticos de la provincia y del gobierno. Ayer se concretó el desalojo violento de manos de la Policía de la provincia. Resulta ser que los Celía, que son los beneficiarios del terreno indígena, me fueron a buscar al territorio donde estaban instaladas los ranchos que fueron construidos hace tres meses. Uno de los Celía, el abogado, me disparó con su revólver a mi persona. Largó como siete u ocho tiros hacia mi persona pero por suerte, el movimiento del animal en que andaba hizo que no diera en destino. Fue descargado hacia mi humanidad pero el hermano o el tío de Pedro Celía estaba escondido en el bosque. Este hombre me disparó tres tiros con la escopeta y bueno, ahí empezó todo”.
Según el referente qom, esa zona de la Ruta 86 se había convertido en una auténtica “zona liberada” porque “la Policía era espectador de lo que hacían los criollos. Jamás intervinieron para pedir que paren, que no hagan esto... El comisario avaló todo, sin mediar intervención. Por eso reclamamos al comisario, porque él tenía que intervenir y parar el homicidio que hacían estos criollos. Ahí empezó el reclamo de la gente, le empezaron a decir: ¿para qué está si usted no sirve para nada? Lo único que hizo es avalar el asesinato de los criollos hacia los indígenas... Entonces, un policía reacciona, saca su revólver y un indígena le pega con un palo en la mano, suelta el arma y se va disparando… Otro indígena hace lo mismo y se fueron corriendo, dejando el arma... Ahí justifican que los indígenas son salvajes, que no quieren negociar... Después, a eso de las 19 llegó un ejército de policías para buscar esa arma, pero esa arma está en manos de los indígenas porque el juez federal de Formosa la pide como evidencia de la violencia que ocasiona la Policía. Por eso, los policías están desesperados para recuperar eso. Dijeron que cueste lo que cueste ese arma tiene que volver a sus manos… Quieren ocultar esa violencia que hacen contra nosotros”.
¿En qué circunstancias se produjeron las víctimas fatales?
Al regreso de la Policía, nosotros estábamos esperando que viniera el juez para ver si había una orden de desalojo, porque esta violencia es sobre la ruta, que es jurisdicción federal. Ahí estábamos, esperando sobre la ruta, que trajeran una orden de desalojo y poder retirarnos... Pero sin esa orden no podíamos abandonar la lucha porque el reclamo es la devolución de esas tierras… Eso pasó y uno de los policías, me dijo: Félix, si no salís de acá vas a morir porque no queremos que nos maten a nosotros... Y me apuntó con una escopeta el comisario. Me dijo: si querés morir, vas a morir acá... Estaba parado a tres metros... Descargaba el arma y volvía a cargar, amenazante y decía: Algunos de ustedes van a morir, porque buscan violencia y encontraron conmigo lo que quieren... Entonces, vino la (Policía) montada. Ahí nos superó en número y en el medio de la manifestación, avanzaron los animales sobre nosotros pisoteando a la gente, los niños, los ancianos. Ahí empezó todo y después, la gente me protegió. Los hermanos míos me dijeron que me tenía que retirar porque los policías me estaban buscando. Mis hermanos me protegieron pero uno de los hermanos fue atrapado y se resbaló. Tuvo que actuar y no sé cómo, mató al policía. Otros policías, cuando vieron que murió uno de ellos, le descargaron con toda violencia tres o cuatro tiros al cuerpo del indígena y después lo apuñalaron, para asegurar que muriera... Nos tuvimos que retirar... Quemaron las casas, quemaron nuestros documentos, había chicos que encerraron en las casas. No sabemos el paradero de estas criaturas. Ojalá que estén en un lugar seguro.
El diálogo entre Radio El Arka y Díaz se produjo sobre el mediodía del miércoles, cuando todavía no había trascendido el segundo deceso indígena. Al momento de redactar estas líneas, otra mujer qom peleaba por su vida. Ya hubo una movilización en Buenos Aires y mañana (viernes) tendrá lugar otra. La Confederación Mapuche de Neuquén elevó su voz para condenar el crimen que por partida doble, cometió la fuerza de seguridad formoseña. Y el drama todavía está lejos de atenuarse: “Jurídicamente estamos muy superados, porque los policías están a favor del gobierno y el ministro de Justicia nos acusa que nosotros somos los responsables de esa violencia”, explicó el referente qom. “Sin embargo, el ejército policial fue el que vino a matar. Dicen que los policías son buenos y nosotros somos malos, así los medios locales difunden ese acto de violencia. Yo estoy escondido porque tengo una orden del juez, se presentó un habeas corpus pero no sé si se va a aceptar, así que estoy muy comprometido por esta situación de lucha indígena y por la expropiación en manos del gobierno. Pero estoy agradecido por tener esta posibilidad de contar la otra campana, porque yo sé que los medios oficiales siempre difunden la parte del gobierno”.
De a poco, los grandes medios de comunicación que hablaron de “enfrentamiento”, dejan de prestar atención a la tragedia formoseña. La “noticia” se diluye, pero la interminable secuela de violaciones a los derechos humanos que padecen los qom no tiene nada de novedosa. Para los pueblos originarios que habitan en la jurisdicción argentina, nunca se derogaron las leyes no escritas que disponen su perpetuo olvido.
• Con la colaboración de Samanta Guiñazú y la producción de Radio El Arka.
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