Yo sé que ahora vendrán caras extrañas
con su limosna de alivio a mi consuelo;
todo es mentira, mentira ese lamento,
hoy esta solo mi corazón...
(“Sus ojos se cerraron” – Gardel – Le Pera)
Lo que amenazaba con ser un día tedioso, de encuestas de la misma índole y esperando el momento de ser liberados, se transformó en un instante en un día de profundo dolor y, sobre todo, de incertidumbre. No es posible pensar el presente hoy sin imaginar el futuro de lo que nos queda.
Nunca fui un kirchnerista como sí lo son algunos a los que, cariñosamente, siempre llamé “soldaditos”.
Mi escepticismo fue más fuerte, pero no sólo con Néstor, es algo que en realidad marca mi vida, el no creer mucho en todo. De ninguna manera critico a los fanáticos: supongo que muchos de ellos tienen motivos más que valederos para serlo y, para ser sincero, los prefiero fanáticos en la persona de Kirchner y no en la de los impresentables que nacen como hongos después de la lluvia en nuestro fértil suelo argentino.
Había algo en Él que incomodaba. No mostraba ser un político tradicional pero en muchas de sus acciones lo era. Con Pablo Marchetti, editor de la revista Barcelona, coincidimos en una charla de plaza que era increíble el modo en que, sin ser uno kirchnerista, terminaba apoyando el modelo. Era inevitable. Era inconciente. Uno no se daba cuenta y ya estaba parado en un lugar donde nunca pensó estar parado y, lo peor, es que finalmente estaba contento de estar parado en ése lugar. Y eso, sin duda alguna, era un mérito de Él.
Porque habiendo llegado al poder con un 22 % de apoyo y teniendo como padrino a “El Padrino”, no quedaba mas que desconfiar de este muchacho. Y Él, sin hacer mucho ruido, terminó haciendo un batifondo que aún hoy suena y ojalá siga sonando. Los juicios a los militares, la derogación de las leyes de obediencia y punto final, el crecimiento de la economía, la asignación universal por hijo, que se yo, montón de otros aciertos que tuvo su gestión y la de Cristina hicieron y hacen que uno simpatice o apoye la causa.
De los errores que se ocupen otros. Sé que los hubo y sé cuáles son, por lo menos a mi entender. Pero sé quienes son, también, los mezquinos que saldrán en las próximas semanas a aprovechar este momento.
Se los escucha hoy mismo, con el muerto caliente, tratando de parecer acongojados, pretendiendo sufrir algo que por dentro se convierte en festejo… como dice Le Pera “…todo es mentira, mentira ese lamento…”.
Nunca en estos siete años se presentó alguna alternativa superadora o, aunque sea, igualadora de lo que Kirchner inició. Algunos lo sabíamos y por necedad muchas veces no lo expresamos. Pero escuchar, a veces, hace que uno despierte. Y escuchando las palabras de hoy, de algunos nefastos, es que los pensamientos se clarifican.
Y pensando en el futuro, no imagino para mí y para los que me sigan otro camino que el que estamos recorriendo al día de hoy. O, por lo menos, tengo bien en claro con quien no quiero caminar.
No se si esto me convierte en un “soldadito”, pero si creo que hoy empieza una nueva lucha y que, inevitablemente, hay que lucharla.
Alfredo Tibiletti
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