Por Osvaldo Bazán.
Para que puedan expresarse todos los sectores en la calle es, entre otras cosas, que se consiguió la democracia.
Hoy vemos, muy asustados, que sectores fundamentalistas hablan de una guerra entre Dios y el Diablo y convocan a defender algo que nadie está atacando. Nadie ataca a la familia “tradicional”. Algunos la querrán, otros no. Lo que la familia “tradicional” -sea esto lo que sea- no puede pretender es que todos nos sintamos representados en ella. Entre otras cosas, porque ya formamos otras familias, porque hace años que las venimos formando, porque el deseo por personas del mismo sexo es tan antiguo como el hombre. Se lo reprimió por causas políticas y económicas concretas, disfrazadas de argumentos celestiales y así, hicieron mella en gente de buena voluntad.
Nuestras familias contienen, sin preguntar, gente de diversa orientación sexual. No somos normales, somos gente. Buenos o malos. Gente. No normales, porque la normalidad es un concepto con el que suele nombrarse a la mayoría. Y no puede haber mayorías que tengan derechos cívicos por el sólo hecho de serlo. Eso es lo que se pide. Ninguno de nosotros está en guerra. O sí, pero será a nivel personal. Lo que el colectivo no heterosexual está buscando es en los hechos, eso que la Constitución asegura. Que somos todos iguales ante la ley. Esta ley no va a cambiar nada, las familias que existen, seguirán existiendo.
Pero además, así como nuestras familias contienen sin cuestionarlos a heterosexuales, las de la gente que está en contra de nuestros derechos, también contiene a no heterosexuales. No sé si lo saben. Pero es así. Con lo cual es imposible pensar en una guerra entre un tipo de familias y otras porque son todas iguales.
Nos quieren enseñar a vivir como ellos quieren.
Les queremos enseñar a convivir con nosotros.
Por eso, bienvenida la marcha del martes –aunque sea apañada con premios como faltas en las universidades y colegios privados y micros gratis- pero pónganle el verdadero nombre y háganse cargo ante la historia: Marcha Contra la Convivencia Argentina. Eso es lo que es. Creo que cada vez que se hable de esa marcha, debe ser nombrada así, para que quede claro de qué estamos hablando. Que les aproveche.
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