DESORIENTADOS

Hace poco publicamos una nota en la que asegurábamos que al gobierno de Macri se lo podía acusar de muchas cosas (racista, privatista, represor, ineficiente, complete Ud. mismo la lista lector) pero que sí tenía una virtud innegable: su coherencia.
Esto es, uno puede (y debe) quejarse, estar en contra, manifestarse, pero no mostrarse sorprendido. Porque… ¿Qué se puede esperar de alguien que proviene de una familia que ha hecho fortuna a costa del Estado (es decir de todos), mientras bregaba por reducirlo a su mínima expresión, como ocurrió en los noventa; o que ha postulado siempre una visión liberal, cerrada y dogmática de la política, la sociedad y la economía? (sí Mauricio, vos y los tuyos son dogmáticos, aunque se emperren en hacernos creer que “no tienen ideología”).
Considerando la forma de pensar de Macri, puede esperarse que haga exactamente lo que hizo hasta ahora: reprimir protestas sociales, beneficiar al sector privado (sus socios) por sobre el público, hacer obras públicas para contratar empresas propias o amigas, recortar presupuesto para salud y educación, organizar una patota para que persiga a palazos a quienes no tienen dónde vivir.
Quizás nos sorprendió que designe como jefe de policía a una persona seriamente implicada en el atentado a la AMIA. Realmente no pensábamos que el desprecio por los familiares de las víctimas podía llegar a tanto.
Pero, en todo caso, ese paso iba en la dirección lógica de su ideología.
Sin embargo, ayer, Macri realmente nos sorprendió al anunciar el pase a planta permanente de 16.500 empleados de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Una medida que desde Comunas en Red desde ya celebramos aunque también nos desconcierta. Justo cuando habíamos encontrado una virtud en el Gobierno de Mauricio (su coherencia).
Parece a propósito…