jueves, enero 21

Bolivia dignidad


Era un domingo temprano por la mañana pero el calor ya se hacía sentir. Los alrededores de la estación de Retiro lucían tranquilos, con gente acá y allá cargando sus mochilas, bolsos y valijas. Quien escribe estas líneas no había podido conciliar el sueño en su viaje nocturno, por lo que, aprovechando que no había gastado mucha plata en su breve estadía en las sierras de Córdoba, decidió permitirse el lujo de tomarse un taxi.
El conductor era bajito, morocho, con rasgos aindiados y con un inconfundible acento boliviano. Le contó que hacía un par de años se había radicado en Buenos Aires, adonde se ganaba la vida manejando el taxi. Pero en realidad, él se sentía todavía un campesino. Un trabajador de la tierra, que añoraba volver al campo, a su lugar, su familia, sus costumbres.
Mientras se aferraba al volante, masticaba el dolor del desarraigo.
Fue por ese inquebrantable amor a la tierra que se vio obligado a huir de su país hacía algunos años, cuando el Gobierno del inefable Gonzalo Sánchez de Lozada, "El Goñi", ese Presidente de acento yanqui, fiel representante de los intereses de las clases dominantes bolivianas, quien había aplicado a rajatabla el neoliberalismo, decidió entregar la región en la que él había vivido toda su vida en concesión a una empresa forestal.
La intención de la empresa era desforestar toda el área para producir y exportar madera.
Por eso el Gobierno envió a funcionarios nacionales y departamentales a negociar con los productores del lugar, para que abandonaran su tierra.
Pero él no estaba dispuesto a negociar la entrega del que había sido su hogar y el de su familia. No había plata que pudiera comprar eso.
Claro que los funcionarios no entendieron la postura de él y de sus compañeros. No entendieron que rechazaran, con desprecio, la plata que les ofrecían a cambio. De todas formas, al Gobierno poco le importó, porque la empresa en cuestión igual ganó la concesión y rápidamente comenzó a construir puentes en la zona.
Desesperados pero decididos a defender con uñas y dientes su tierra, la Madre Tierra, él y los suyos no lo dudaron: empezaron a dinamitar los puentes construidos por la empresa.
Una y otra vez.
Hasta que el Gobierno se puso firme y ellos tuvieron que huir. Primero a Brasil, adonde sobrevivieron a duras penas durante dos semanas las inclemencias de la selva amazónica.
Y después a la Argentina, lejos del brazo represor del cada vez más tambaleante Gobierno de Sánchez de Lozada.
Pero el círculo de la Historia iba a tener un giro sorpresivo. O no tanto. Porque no mucho después, ese Presidente tuvo que huir hacia los Estados Unidos, envuelto en una crisis social, económica y política sin precedentes, dejando detrás cientos de muertos por la represión.
Su sucesor, Carlos Mesa, no duró mucho tampoco. Fue barrido por esos movimientos sociales, políticos y gremiales que representaban el cambio, la transformación social, la justicia.
Ahora hacía poco que Evo Morales se había convertido en el primer Presidente aborigen de Bolivia.
Y él, que hacía algunos años había tenido que huir por defender su tierra y su pasado, y que se había tenido que ganar la plata manejando un taxi, estaba planeando volver a su país, a reencontrase con su tierra, su familia, su gente. Mientras tanto, ese Presidente de doble apellido y acento yanqui, que lo había perseguido, continuaba refugiado en los Estados Unidos, eludiendo un pedido de captura de la Justicia, sabiéndose incapaz de volver a pisar tierra boliviana.
Las vueltas de la vida, de la historia y de un país, Bolivia, que había recuperado su dignidad.

3 comentarios:

Javier dijo...

Emocionante el relato. De la mano de Evo los bolivianos no solo recuperaron los recursos naturales y una mejor calidad de vida, sino sobre todo como dice el relato esa dignidad q les negaron durante tantos siglos.
aguante evo carajo!

Alejandra dijo...

Es impresionante, uno eso lo ve. estuve hace poco en Bolivia y los humildes, el pueblo estan cambiados seguros y orgullosos de si mismos.
aguante el evo!

Anónimo dijo...

Si los bolivianos estan tan bien con el gobierno de Evo porque no se vuelven a su país en lugar de seguir viviendo y viniendo cada ve más a vivir a Argentina?